miércoles, 23 de febrero de 2011

Sexo

Bajo mi punto de vista no se habla lo suficiente de sexualidad y se habla demasiado de sexo. Me parece que, en los usos lingüísticos de la coloquialidad en castellano es diferente hablar de sexo que hablar de sexualidad. Desde luego son dos sustantivos. Pero parece que "sexualidad" ofrece más garantías, es como más teórico. Mientras que "sexo" parece sinónimo de obsceno.

Si alguna vez hablar de sexo fue tabú, hoy lo es decir que hablar de sexo es diferente de hablar de sexualidad. Quizá esa sea una de las razones por las cuales he decidido tirar por ahí hoy. Creo que es tabú porque exige pensar y esta actividad, sin duda, no está bien vista ni, sobre todo, bien llevada. No exijo que se piense mucho, sólo que se intente hacer bien.

Si un blog sirve para opinar, aprovecharé este que gestiono para ofrecer mi punto de vista acerca de lo que considero un problema de alcance y que tiene sobre sí un recorrido realmente extenso. Dice Foucault que la sexualidad -debería decir el sexo- es un invento del siglo XIX. Y uno echa un vistazo a Freud y a su época y a nuestra época y otra vez a Freud y piensa que Foucault seguramente tenía razón. Sin embargo, a diferencia de la televisión, los videojuegos o internet, creo que el sexo no dejará de interesarnos nunca. ¿Cuál es la razón?

Pienso que en la sexualidad no sólo está en juego el encuentro de dos seres sexuados, sino el encuentro de dos seres sexuales. Claro que este tipo de encuentros es anterior al XIX; lo que no lo es, es la tematización de lo que hoy se denomina "vida sexual", como una parcela que forma parte, pero sólo parte y no todo, de la vida de una persona. Así, tengo vida familiar, profesional, individual, social y sexual. Por ejemplo. Eso es lo que se ha inventado en el XIX, tener vida sexual. Y este descubrimiento podría suponer, a menos que lo remediemos, el fin de la sexualidad. El sexo se opone a la sexualidad. A ver si consigo explicarme brevemente.

Profesionalmente puedo ser una ruina como profesor, pero eso no implica que sea una ruina como padre o como marido. Puedo ser tímido en mis relaciones sociales pero divertido en las familiares; extraordinario en mi vida sexual pero ruinoso en mi vida familiar. El etcétera de los ejemplos es largo, pero este último ofrece tesoros que merecen mi atención.

Considero que es un problema considerar la sexualidad como una parcela, porque provoca que pierda la naturalidad de las relaciones personales de pareja. La sexualidad es constitutiva de la vida en familia entre un hombre y una mujer, el sexo no. Entiendo que la sexualidad es una forma de relación que puede reunir en sí la intimidad toda de los cónyuges. Sin embargo, el sexo puede separarles, incluso en la unión, o separarles literalmente. Este es el invento del XIX. La sexualidad entendida como la forma de relación entre los esposos, que son de distinto sexo, se inventa con los sexos, no con Freud ni con las represiones.

Lo que propongo es que la relación toda de la pareja, hombre y mujer, se entienda en clave sexual, esto es, en clave de amor conyugal; de manera que ninguna de las facetas de la vida en común esté al margen. De ese modo, la unión de dos cuerpos ha de entenderse más allá de la unión conyugal propiamente dicha o del, digamos, "encuentro genital". Toda la relación personal es sexual porque es sexuada, es amorosa y es corpórea.

Si he conseguido decir lo que quería, se entenderá por qué digo que se habla demasiado poco de sexualidad. No sé si la causa de ello es que se habla demasiado de sexo, pero, desde luego, esto último no ayuda.

En todo caso he intentado hablar desde la experiencia y desde la teoría, inseparables aunque no siempre fáciles de conciliar, bajo mi punto de vista.

P.D. vuelta a las andadas pero con estrategia distinta: mientras he escrito esta entrada me he fumado medio pitillo y lo correspondiente a dos pitillos virtuales con un cigarrillo electrónico. Nueva prueba.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias por el detalle de tratar el tema. Efectivamente, hemos perdido eso que se llama la "unidad de vida".

Hemos arrinconado la sexualidad al ámbito de lo lúdico, a ese espacio al que uno se retira cuando quiere "desconectar", no ser uno mismo, "olvidarse", o sea, al mismo terreno que la Play o la PSP. Y, claro, ahí vale todo.
A ello han contribuido no poco la "imaginativas" políticas de reparto de preservativos y píldoras abortivas, educación (¿?) sexual, y demás.

No es el único ámbito. Hemos separado el trabajo del disfrute, la moral de la economía, el tener hijos del ser padre,..., hemos dejado el "yo" hecho unos zorros.

Como, según el PSOE, no existe eso de "lo natural" (Carmen Montón, dixit), tenemos que fabricarnos desde cero. Y esto del "bricolage existencial", esto de autocrearnos desde la nada ("la libertad nos hará verdaderos", dijo nuestro Gran Timonel), se acaba pagando.