domingo, 9 de enero de 2011

Respuesta al último comentario

Por responder a la última entrada, que agradezco enormemente, de Anónimo (y por ser mi respuesta demasiado larga para añadirla como comentario):


Dixit:

1. "Lo del Tribunal Constitucional no entiendo qué puede aclarar aquí (porque además, en el mejor de los casos, no deja de ser una argumentación a medias".

En efecto, es un argumento sacado de contexto, sin intención perversa -espero poder explicarme en una reflexión posterior-. Intento hacer alusión al hecho de que el Estado es el que parece tener que mirar por la salud de los niños, como de su educación ideológica, dado que los padres no tienen potestad -o capacidad- para ello. De ahí la alusión a la cervecería del potito. A pesar de que la argumentación, como dice usted, pueda estar a medias, el significado de lo que se dice se sostiene por sí mismo. Pido disculpas por no haber explicado a qué me refería.

2. "Respecto a libertad contra salud, es más complicado, porque así está planteado de un modo absolutamente abstracto".

No sé qué significa "absolutamente abstracto", al menos como diferente de "abstracto" o "relativamente abstracto". Una discusión acerca de ello sería pertinente, eficaz y apasionante, a mi juicio. ¿La empezamos?

Pero: Que una diatriba se sitúe en el terreno de la abstracción es lo mínimo que se le puede pedir a una diatriba. Sí, creo que el problema es ese y es un síntoma de que en España, año 2011, la libertad no es un valor y la salud sí. Esto es abstracto, absolutamente abstracto, pero quizá no haga falta explicar qué significa.

3."Dejando a un lado los niños, la cuestión es la salud y la libertad de quienes no quieren fumar respecto a la libertad de quienes quieren fumar (porque su salud está después que su libertad, por su propia decisión)".

No entiendo el paréntesis, pero no importa de cara a lo que querría responder. La libertad de los que no quieren fumar no se ve coartada porque se permita fumar en un determinado establecimiento -bar o restaurante-; con no ir a ese e ir a otro o a otra zona, no hay conflicto. Se PUEDE ir a un bar o a una zona de un bar donde no hay humo. Ahora bien, la libertad del fumador sí se ve, no coartada, sino anulada, si se prohíbe la existencia de establecimientos en los que se PUEDE fumar.

No es, mi querido amigo, por ejemplo, su libertad frente a la mía, sino su imposición frente a mi libertad (al menos, si tenemos en cuenta la nueva ley y la de 2006).

No obstante, la libertad de acción se ve mucho más restringida si hablamos de profesionales de la hostelería, de su trabajo, de su forma de vida y de su modo de organizar su establecimiento (no haría falta mencionar, por ejemplo, que se les OBLIGA a ser vigilantes de su establecimiento por si se hace algo que contraviene, no lo que el propietario desea, sino lo que una ley unilateral e insolidaria impone). Véase la insumisión general de los hosteleros griegos que echó para atrás una ley parecida a esta.

Por tanto: la cuestión SÍ es libertad vs. salud, puesto que lo que se invoca, ante todo, con la nueva ley, es el derecho de los empleados -camareros- a no respirar humo, por mor de las estadísticas referentes a fumadores pasivos. Éstas no pueden justificar en ningún caso la libertad de decisión de: restauradores, empleados, clientes fumadores y clientes no fumadores.

De ahí que, reafirme: quienes conscientemente están a favor de esta ley son antisocietarios, están en contra de los vínculos sociales en virtud de un desmesurado afán individualista (egoísta) que deja, como Rousseau, el poder de decisión acerca de lo mejor, lejos de la mano del individuo; puesto que el Estado, se piensa, ya sabe hacer por nosotros lo que es mejor para nosotros. Me viene a la cabeza una palabra muy exacta para describir este modo de pensar (y que se traslucía en el radicalultraizquierdista eslogan "no podemos conducir por ti": Dogmatismo. Un placer.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo sólo tengo comentarios, pero intentaré hacerme a la brevedad y a los puntos.

Es todo un honor que mis palabras merezcan una entrada que sea una glosa. Estoy abrumado por tanta responsabilidad.

Respecto al primer punto, la argumentación a medias es la del Tribunal. La cita me sorprende, porque no creo que el Estado deba educar ideológicamente a nadie (la cabeza cada uno se la organiza como quiere). Y es muy difícil que no sea adoctrinamiento (que en el caso del Estado está mucho más desacreditado para poder llevarlo a cabo).

Quede clara una cuestión respecto al Tribunal Constitucional, destaca por su dependencia del legislativo y del ejecutivo. De 12 miembros, dos los eligen el Consejo General del Poder Judicial, dos el Gobierno, cuatro el Congreso y cuatro el Senado. Las buenas decisiones judiciales no lo son tanto por la resolución que adoptan, sino por la argumentación que aducen, y en muchos casos esa dependencia recorta una buena argumentación.

Por eso, desde todos los puntos de vista, es bastante peligroso porque a veces parece que Tribunal Constitucional y Gobierno (la institución, no un partido concreto) son una y la misma cosa. Y no lo digo por una ley en particular.

Respecto al segundo punto, «absolutamente abstracto» es sencillamente que «libertad» y «salud» no son dos señoras que van corriendo más o menos desnudas guiando al pueblo, no existen en abstracto. Son propiedades de las personas, si se me permite hablar así.

Me temo que en este caso la abstracción está en el peor de sus sentidos, porque para el debate que tiene partes en disputa, la referencia es personal.

Planteándolo desde los valores (perspectiva distinta de la asumida hasta ahora): no sé si es que la libertad no es un valor o que esté por debajo de la salud. Como debate de ideas es muy bonito, pero para aclarar lo que tenemos delante creo que sólo sirve para confundir.

Respecto al tercero. El paréntesis está para explicar por qué se oponen libertad y salud de no fumadores y sólo libertad de los fumadores (podría haber usado una coma, pero quería recalcar el carácter de explicación respecto a la subordinación).

Su pasión por lo abstracto —si me lo permite—, le lleva a hablar de la libertad de fumadores y no fumadores. Podemos hipostatizar todo lo que queramos, pero no creo que ganemos mucho. En el fondo es la libertad de fumar o no fumar. La cuestión es fastidiada porque, desde un cierto punto de vista, es un juego de suma cero: a la libertad de fumar se le opone la posibilidad de respirar aire limpio (por no decir derecho).

No entiendo que, en términos puramente argumentativos, los no fumadores siempre puedan ir a otro sitio y que los fumadores no. Y que los fumadores ejerzan su libertad, mientras que los no fumadores imponen su voluntad hecha ley.

Anónimo dijo...

Si no me falla el español coloquial, la libertad de fumar está anulada cuando se prohíbe fumar, está coartada cuando se prohíbe fumar en espacios públicos.

La cuestión es muy sencilla del porqué de la prohibición. En principio, toda ley debe protege la posición del más débil (no por justicia, por lógica, porque el fuerte no necesita protección). Y en el acto de fumar, la posición débil es del que se ve obligado a respirar humo, porque en este aspecto está a expensas de lo que el fumador quiera hacer.

Le costará entenderlo, pero hay muchísima imposición en el acto de fumar para quienes nos molesta el humo. Y lo realmente curioso es que no podemos sencillamente decir que nos molesta, tenemos que alegar que nos puede causar un cáncer o que somos intolerantes al humo (no se pierda, del mismo modo que uno puede ser intolerante a la lactosa).

Mire, una vez oí que alguien en un comedor de empresa le tuvo que decir a un compañero suyo que pretendía encenderse un cigarro cuando ella apenas había empezado a comer: «¿le importa que coma mientras usted fuma?» (como es obvio, el caballero acepto la ironía).

Los empresarios tienen libertad de mercado en el sentido que pueden iniciar y cortar la actividad económica cuando buenamente entiendan, no porque en sus establecimientos puedan hacer lo que les de la gana (y el tabaco en este caso sería lo menos importante). Que se les sancione es para que una prohibición legal sea efectiva, para que se cumpla, sobre todo para que no haya beneficio económico del incumplimiento legal (independientemente del contenido).

Anónimo dijo...

Si se empeña y dice que es libertad contra salud, vale. Pero añadiendo dos partes, porque no es libertad y saludo del fumador sólo. Y vamos, cuanod la libertad de cualquiera que atente contra la salud de terceros, pues a lo mejor hay que limitarla. Entienda que si me voy a su casa, pues me tendré que aguantar (o no ir a su casa), pero en los espacios comunes, en los espacios públicos, la libertad se limita por la salud de otros. Y es por la salud, por lo que se tiene que regular por ley.

Pero lo molesto no es la salud —eso sería lo grave, en todo caso—, lo molesto es la tolerancia. Tolerar es estrictamente aguantar, soportar —por mucho que prentendan explicarlo de otro modo más buenrollista—. Si alguien se ponía a fumar en un espacio común —los hay de muchos tipos— y alguien le dice que no fume porque le molesta, el malvado es el que coarta la libertad del fumador. La debilidad del no fumador es que no se sabe por qué extraño motivo parece que la obligación de tener que respirar humo es mayor que la opción de no fumar de la otra parte. La tolerancia no está en que el fumador fume, es que hay que fumar con él.

Un ejemplo análogo es la música o el estar escuchando una fuente de ruido en forma de aparato. Lo más lógico cuando hay una plularidad de personas que no necesariamente desean oir la fuente de sonido, lo educado es usar cascos (o en todo caso, si molesta a los demás, apagar la música). Como contraejemplo, los móviles con altavoz son bastante molestos, porque sus usuarios pretenden radiarnos la música que escuchan (espero el día en que la SGAE les cobre un canon por comunicación pública).

Si quiere otro ejemplo, que sólo afecta a la educación y no a la salud, se lo traigo de Noruega. Al parecer, en es país el expulsar ventosidades en público no se considera falta de educación, sino un signo de confianza (porque sólo se expulsan delante de conocidos, nunca de desconocidos). No creo que sea algo deseable, porque es una guarrada, por mucho que lo quieran vender. Aquí, la buena educación dice que no se expulsan delante de otras personas, se hace idealmente en el cuartito. Y ahí la tolerancia no se pide, se exige comprensión para el que no conoce la buena educación. Porque en el fondo no es algo que en absoluto haya que aguantar.

El punto del tabaco, independientemente de cómo esté regulado legalmente, tiene que ver con eso, con que se impone a otros la obligación de respirar humo. Y a muchos no nos gusta, es extremadamente molesto. Gracias a que causa cáncer, ahora sí que podemos elegir.

Por cierto, no entiendo su crítica a «no podemos conducir por ti» —por cierto, Aznar cuando la criticó en público parecía ir bajo los efectos de Baco—. Es sencillamente una apelación a la responsabilidad. No se trata de sustituir a nadie. Es apelar a la responsabilidad, porque la gente se mata y mata conduciendo —no es muy común, pero si es por imprudencia, lo peor es que habría sido evitable—. (Pero a lo mejor si desarrolla su exposición de esta frase en una entrada independiente, podemos entender qué es lo criticable.)

Anónimo dijo...

Un comentario que no tiene nada que ver con lo anterior.

No sé por qué extraña razón el texto de esta entrada (no de los comentarios) es más pequeño que la del resto.

Una pena porque lo hace más difícil de leer.

Anónimo dijo...

Yo creo que el tamaño del texto de la entrada se debe a que el autor no está muy seguro de lo que dice.

El Samu