jueves, 8 de noviembre de 2018

El día que me muera (decadencia II)

Será de noche.
Me habré puesto pequeño,
como un cadáver,
recogido en mí, quieto.

Seguro de sí,
seré un monumento,
sin las palabras
que llevaría el viento.

Y la figura
perfumada, artificial,
solemne, tiesa,
reposará aún carnal.

Pereceré ausente,
en el tiempo cumplido
seré víctima
del deseo último.

En apariencia,
la carne inexplicable,
perfecta conjunción de
huesos de aire.

Mira entonces,
observa atenta el gesto
que te ignora
sabiéndose al fin muerto.

La luz fugada
mientras me besas así,
con labios vivos,
alumbra otro aquí.

Vendrán recuerdos
a enturbiar el momento
único, fino,
de tu ligero beso.

Adiós, mi amor.
Es la vida tan leve
y tan áspera
tan carnal y tan breve.

(Inerte).

Una aventura
narrada por otros ya
todo depende,
todo es ahora nada.

Viene el futuro
robando esperanzas,
llegan fotografías
aún olvidadas

resurgiendo,
¿de dónde, amor mío?
se llegan frenéticas,
mira, blandiendo

conjuras, reclamando
un lugar, un destino
vacío, estrecho,
justo ahora, cuando

más necesito saber
a ciencia cierta
que yo me estoy dejando
una puerta abierta.



2 comentarios:

Cesar Glez. Canton dijo...

Grandísimo

oscar pintado dijo...

Tú eres el que más sabe, César.
Mil gracias por el comentario y Feliz Navidad.