Se ha detenido la lluvia
y las últimas gotas
cuelgan de los tejados
sin atreverse a enfrentar
el precipicio de un destino
de sol y primavera,
que espera en torno,
el suave amanecer doliente.
La brisa intacta marchó
hacia otros anchos espacios
en un leve desplazamiento,
y nos ha legado toda la luz
que habita oculta
en los marcos de las ventanas.
Silbidos de pajarillos
se confunden con los recuerdos
y la humedad en sus alas
es calor que apacigua
el pecho grave y frontal
de mi última mañana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario